viernes, 18 de junio de 2010

Las Respuestas de Dios

La semana pasada en mi clase de discipulado, todos recibimos la noticia de que un hermano nuestro dejaba la clase, pero no sólo dejaba la clase sino también dejaba de creer en Cristo, según se dio cuenta de que todo era un engaño porque él le estaba pidiendo algo a Dios y no se lo dio; es curioso que cuando no recibimos algo actuamos de esta manera. Justo ese sábado estábamos hablando sobre la oración y las respuestas que podemos recibir de Dios; entonces Fabricio, un chico de la clase, comentó acerca de las tres respuestas que podemos recibir de nuestro Padre; un “si”, un “todavía no” y “tengo algo mejor para ti”. Esta última parte me sorprendió, yo siempre creí que Dios también tenía un “no” para nosotros. Yo creo que no sólo a mí sino también a todos los de la clase nos cambió la manera de ver cómo Dios actúa en nuestras vidas.
De las tres respuestas la que más me llamó la atención fue “tengo algo mejor para ti”. Hay muchas veces en que nos encaprichamos con algo y creemos que eso va hacer lo mejor para nosotros; y como Dios nos ama tanto, nos tiene que dar lo que queremos. ¿Pero realmente eso es así? Casi siempre creemos en las cosas del mundo y creemos que ellas nos pueden hacer feliz. Según Santiago (4:3), pedimos mal porque pedimos de acuerdo a los deleites del mundo. Debemos recordar que nuestros parámetros de cómo vemos el mundo y cómo actuamos con él es muy diferente al parámetro divino, pues amar al mundo y las cosas del mundo es lo mismo que amar las cosas que Dios aborrece (1 Jn. 2:15).
Él como nuestro Padre siempre quiere lo mejor para nosotros, Él nunca nos dará algo cuando sabe que hay algo mejor para nosotros. Dios nos dice “clama a mí y yo te responderé y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías 33:3). Aquí nuestro Padre no nos promete pequeñas cosas sino grandes cosas, no nos promete cosas que conocemos, como lo es el mundo, sino nos promete cosas ocultas que son las cosas de Dios; Él nos promete algo mejor, no nos dice no porque Dios está lleno de misericordia. Si hay algo que queremos y se lo hemos pedido a Dios, pero no se ha dado es porque de seguro nuestro Padre nos está preparando algo mucho mejor para nosotros, y que absolutamente asombrará nuestra vida.
“Nosotros le amamos a Él, porque Él nos amó primero” (1 Jn. 4:19).
Andrea V.
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