Saulo de Tarso fue un activo perseguidor de los cristianos bajo la influencia de los fariseos. De hecho él fue de los que participó y asintió en la ejecución de Esteban, considerado uno de los primeros mártires del cristianismo.
"Sucedió que, yendo de camino, cuando estaba cerca de Damasco, de repente le rodeó una luz venida del cielo, cayó en tierra y oyó una voz que le decía: Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues? El respondió: ¿Quién eres, Señor? Y él: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, entra en la ciudad y se te dirá lo que debes hacer. Los hombres que iban con él se habían detenido mudos de espanto; oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada. Le llevaron de la mano y le hicieron entrar en Damasco. Pasó tres días sin ver, sin comer y sin beber". En Damasco, había un hombre llamado Ananías, Dios le habló y le indició que curará a Saulo. Pero Ananías le replicó mencionando las acciones de Saulo. El Señor le respondió: "Vete, pues a éste lo he elegido como un instrumento para que lleve mi nombre ante los que no conocen la verdadera religión y ante los gobernantes y ante los hijos de Israel. Yo le mostraré todo lo que tendrá que padecer por mi nombre". Ananías obedeció y le devolvió la vista a Saulo. Desde entonces Saulo se convirtió en Pablo y el más ardiente propagandista de la fe cristiana que contribuyó a extender más allá del pueblo judío, entre los gentiles, viajó como misionero por Grecia, Asia Menor, Siria y Palestina.
Todos nosotros al igual que Saulo somos llamados por Dios para cambiar el rumbo de nuestras vidas; No seamos sordos ante su voz, Jesús no vino a juzgarnos, él vino a salvarnos, a reconciliarnos con nuestro Padre. Así como como Saulo se convirtió en Pablo, nosotros por la reconciliación con Dios, pasamos de pecadores a ser hijos de Dios. Nosotros los jóvenes cristianos somos los que marcamos la diferencia en este mundo.
Andrea V.
"Sucedió que, yendo de camino, cuando estaba cerca de Damasco, de repente le rodeó una luz venida del cielo, cayó en tierra y oyó una voz que le decía: Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues? El respondió: ¿Quién eres, Señor? Y él: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, entra en la ciudad y se te dirá lo que debes hacer. Los hombres que iban con él se habían detenido mudos de espanto; oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada. Le llevaron de la mano y le hicieron entrar en Damasco. Pasó tres días sin ver, sin comer y sin beber". En Damasco, había un hombre llamado Ananías, Dios le habló y le indició que curará a Saulo. Pero Ananías le replicó mencionando las acciones de Saulo. El Señor le respondió: "Vete, pues a éste lo he elegido como un instrumento para que lleve mi nombre ante los que no conocen la verdadera religión y ante los gobernantes y ante los hijos de Israel. Yo le mostraré todo lo que tendrá que padecer por mi nombre". Ananías obedeció y le devolvió la vista a Saulo. Desde entonces Saulo se convirtió en Pablo y el más ardiente propagandista de la fe cristiana que contribuyó a extender más allá del pueblo judío, entre los gentiles, viajó como misionero por Grecia, Asia Menor, Siria y Palestina.
Todos nosotros al igual que Saulo somos llamados por Dios para cambiar el rumbo de nuestras vidas; No seamos sordos ante su voz, Jesús no vino a juzgarnos, él vino a salvarnos, a reconciliarnos con nuestro Padre. Así como como Saulo se convirtió en Pablo, nosotros por la reconciliación con Dios, pasamos de pecadores a ser hijos de Dios. Nosotros los jóvenes cristianos somos los que marcamos la diferencia en este mundo.
Andrea V.
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